Si puedes y quieres hacer algo, simplemente lo haces. O así debería ser.
Todos, o casi todos, disfrutamos de ir a una junta, o una fiesta, paseo, evento especial, en el que nos vestimos especialmente para la ocasión. Con la mejor ropa, o la prenda favorita, con algo nuevo, un nuevo peinado. ALGO que para ese día te haga sentir especialmente lindo/a. Son ocasiones especiales para vestir Lolita, que todos disfrutan e intentan aprovechar, lo cual es genial.
Pero hay otro tipo de día. Ese día en el que tienes que ir a clases, cuando vas a comprar pan, cuando tienes que ir al banco, una ida al supermercado, trabajar. Esos grises días, rutinarios, que no siempre son agradables, que muchas veces, nos hacen caer en la rutina.
Sin embargo, para eso vestimos Lolita, para luchar, a nuestra forma, contra ese sistema: la rutina, el machismo, la conformidad.
El Lolita no existe para estar encerrado en una burbuja rosa, el Lolita es un combate. No en vano Novala lo llamó las ropas de batalla. Es levantar la frente y mirar al mundo directo a los ojos con una falda a la rodilla.
Siempre habrá situaciones que te obliguen a vestir de "civil", el uniforme de colegio y algunos trabajos. No es necesario ser rebeldes sin causa, que pretendan hacer y vestir como quieran en cualquier situación, porque no es posible. Pero al final de ese día de estudio, de trabajo, ¿por qué no usar un vestido?. Por qué no dedicar un momento para salir a pasear, para sentirse bellas.
Que no les gane el temor al cotidiano. No es necesario que lo vistan todos los días, está claro. Pero si un día cualquiera en la semana pueden y quieren hacerlo, háganlo, y háganlo con el orgullo que sienten por vestir Lolita.