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LOLITA VS. THE WORLD



Cuando discutimos sobre las personas y el mundo exterior al Lolita solemos hablar como si fuéramos extraterrestres o viajeras en el tiempo. “La gente nos ve raras.” “Son tan cerrados de mente.” “¿No se dan cuenta de que es una moda y no un disfraz?” “¡Sólo nos estamos divirtiendo!” Nos sentimos diferentes a ellos y tal vez más libres. Nos gusta recordar que somos tan funcionales y responsables como cualquiera. Nosotras también tenemos familias, trabajamos y pagamos las cuentas. Vivimos en el aquí y en el ahora. Esa es la realidad: fuera de las tea parties y de los foros online, tenemos que vivir y relacionarnos con esas personas que nos ven casi como aliens. Porque el Loliday solo son dos días, y aún quedan 363 días del año en el que no podemos dedicarnos únicamente a ser Lolitas, tenemos que cumplir un sinfín de papeles.


Aunque a veces nos pongamos a la defensiva con esa sociedad tan cerrada, tan ávida de juzgar, la verdad es que hacemos parte de ella. Todos los días tenemos que salir y vérnoslas con el mundo. Iniciativas como “Lolitas en la Realidad” nos muestran a la persona detrás del coordinado, la persona que existía antes del Lolita y que sigue y seguirá existiendo después del estilo. Somos mucho más que nuestro daily. Por eso casi ningún blog o medio Lolita se ha quedado sin abordar la pregunta “¿Cómo es ser la pareja/el amigo/la familia de una Lolita?” Nuestras vidas están entrelazadas con las de otros, y ellos nos afectan. Nuestra forma de vestir no puede aislarnos en un mundo perfecto, y no creo que sea realmente nuestra intención. Porque el País de las Maravillas es solo un sueño, una aventura de la que Alicia debe despertar. Tiene que volver a Inglaterra a afrontar la vida en su época y en su nación, con todas sus reglas y costumbres. Y nosotras también.

¿Cómo enfrentamos el mundo las Lolitas? Aguantamos las convenciones sociales, seguimos las leyes, perdonamos a nuestros amigos, discutimos con nuestra familia, y cuando estamos un poco hartas, volvemos a buscar el agujero del conejo. Encontramos el tiempo y el espacio para ser Lolita, hablar de nuestras fantasías, quejarnos del mundo real y de sus habitantes. Pero cuando se acaba el té hay que regresar al espacio en el que no somos o “Lolita” o “Civil”, sino que somos una persona única hecha de varias facetas, y el Lolita es solo una ellas.


“Hola papá, hola mamá.” “¿Te fue bien en el trabajo, amor?” “¿Conseguiste ese nuevo libro? ¡Qué bien! ¡Enséñamelo por Skype!” “¿Hoy haré pasta o souflé?” Todas esas cosas cotidianas se pueden decir con el petti puesto. Se puede estrechar la mano a un conocido con las manos enguantadas. Se puede bailar con los tea parties dorados. Puede que algunas personas o circunstancias no nos permitan vivir el Lolita 24/7, pero igual convivimos con ellas. El Lolita no nos divide ni nos aísla, es un condimento para hacer más deliciosa nuestra existencia. Al final, sí somos parte de este mundo (la parte más linda).

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