Hace un mes aproximadamente, una joven estudiante de periodismo se acercó a nuestra comunidad Quinto Jardín para pedir ayuda con un trabajo universitario. No era la primera vez que nos ocurría, así que sin ningún problema accedimos a conversar con ella, pero lo que nos pidió fue en realidad una sorpresa para nosotros. "Debo vestir como lolita por un día y escribir mi experiencia en un artículo". Su tarea era descubrir una realidad con la que ella claramente no tuviese relación directa, y fue así como Belén Petit consiguió vivir por un día, lo que muchas hemos sentido por años al ponernos en contacto con el resto de la sociedad vistiendo diferente.
(Foto por Camilo Vega)
Vestida con jumper skirt handmade de frutillas, calcetas y blusa blanca, zapatos rojos y un bolso de corazón, Belén comenzó su travesía desde la ciudad de Limache a Viña del Mar en el metro tren:
Hola, soy un punto rojo con blanco, un bicho raro, obsérvenme>>, pensaba en mi cabeza. La gente me dirigía una ojeada reprobatoria, quedándose prendada en mis calcetas con diseños de frutillas. Si podían hacerme notar lo "mal" que según ellos, me veía, terminaban su scanner humano mirándome fijamente a los ojos. Sus caras de póker me indicaban reproche, disgusto, incertidumbre, confusión e incluso asco; lo que más me sorprendió que las reacciones más exageradas vinieran de los jóvenes. Sí, los mismos que se declaran de mente abierta a las nuevas tendencias, estaban ahí juzgándome y riéndose a murmullos con sus amigos.
Tras llegar a la universidad y sin explicarle a los demás, Belén recibió los comentarios de sus propios compañeros y de los amigos de su novio, la mayoría riéndose al respecto, poniéndole apodos tales como "Frutillita" o "Fideos Carozzi" (debido al tartán del vestido), "Caperucita Roja" y algunos más cordiales como "tierna" o "bonita". Claramente eran reacciones esperadas, y aunque sentía algo de incomodidad, a medida que avanzaba el día seguía animada en hacer su vida completamente normal. Como pueden ver en la fotografía, ella iba vestida bastante casual, ¿se imaginan con peluca u otros accesorios?
Ir de shopping puede volverse más entretenido aún. Solo entré a la tienda Nike y todos se dieron vuelta, tanto vendedores como clientes, reacciones que se volvieron aún más hilarantes cuando me vieron probando zapatos y acompañando a mi pololo a pagarlos. De ahí partimos al mall, donde creí que no causaría mayor impacto, porque pensé que era un lugar más cosmopolita y estaba totalmente equivocada, los jóvenes me miraban fijamente y feo.
Ya en la tarde, sentía el atuendo más parte de mí y exterioricé esa sensación paseándome como Beyoncé por los pasillos, sin que me importara mucho que me observaran constantemente. De hecho fui al patio de comidas, compré unos batidos y me senté a descansar por unos momentos, si bien a mi alrededor continuaban viéndome cual fieras a su presa, ya no me sentía intimidad. ¿Y si esa quería ser yo, qué importaba lo que pensaran los demás?
La experiencia de Belén sé que nos recordará a todas nuestra primera vez vistiendo lolita en público, pero también nos servirá para aprender que no es fácil y que debemos dar apoyo a quienes lo intenten por primera vez. Promover la amistad dentro de las comunidades y trabajar en equipo, organizar salidas en grupo vuelve todo más sencillo para las nuevas lolitas.
Las reflexiones que me dejaba el experimento eran que primero, funcionó pues al principio temí que pensaran que se trataba sólo de un disfraz. Y lo segundo, es que la gente es prejuiciosa, no oculta su rechazo a lo diferente y a la vez es cobarde, pues no pasa más allá de los gestos no verbales. Nunca me confrontaron, ni dijeron nada a la cara, pero fue fácil descifrar su veredicto con sólo mirar sus expresiones faciales. Pero, para pensar, ¿qué importa de verdad lo que piensen o digan? Si te sientes cómoda con lo que eres, por lo que transmites y por como vistes, ¡adelante!, no hay nada mejor que demostrarle a la sociedad que eres feliz siendo tú mismo, más allá de los estereotipos.
