No es fácil formar parte de un grupo por tantos años, especialmente viendo como la
gente viene y va. Cuando tus esfuerzos se centran tratando de consolar a
quienes no pueden con la presión social, con la familia, los compañeros de la
universidad o del trabajo, o simplemente cuando enfrentan peripecias económicas
que les obligan a dejar de un día para otro el lolita. No resulta simple
congeniar entre diversas personalidades, aguantar las peleas absurdas,
evitar la formación de grupos dentro de una comunidad. Pero al detenernos y observar lo que hemos avanzado, todo eso que alguna vez pudoamargarnos sólo se transforma en nimiedad. 
Comenzamos
a reunirnos en 2006 sin imaginarnos que al año siguiente formaríamos nuestro
propio grupo. Era cuestión de tiempo y el escenario era propicio; los foros
lolita ya no nos representaban, y caían en una absurda virtualidad que no nos
satisfacía para nada. Queríamos salir a la calle con nuestras prendas, lucir
esa coordinación que tanto nos costó armar, queríamos conversar sobre el
lolita, compartir nuestras experiencias, encontrarle un sentido a ésta moda más allá del
incesante vitrineo en internet . Así nació Quinto Jardín, un grupo pequeño de lolitas de la región de
Valparaíso, que tras 10 años de reuniones y actividades en los más diversos
lugares de la región, celebraron su fundación éste sábado 11 de marzo.
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La
fiesta tuvo lugar en el histórico Hotel O’Higgins de Viña del Mar, en un salón
privado donde pudimos disfrutar de una especial hora del té que contó con la presencia de nuestros amigos de la región e invitados de Santiago. Luego de la comida comenzaron las
actividades recreativas, dinámicas creadas para fomentar la participación, recompensadas con premios para los asistentes. También contamos con nuestros amigos de Amalgame Fotografía, quienes se encargaron de registrar el tea party y retratar individualmente a
cada participante de la celebración.
Luego
de los juegos, se dio inicio a la premiación de aquellos miembros cuyo compromiso, cooperación y crecimiento a través de los años, se han
convertido en un ejemplo para toda la comunidad, además del tradicional premio
al primer y segundo lugar de los mejores outfits por votación popular. Finalmente (y para sorpresa
nuestra), se realizó un pequeño homenaje a quienes han formado parte de la
administración y organizaron durante meses la fiesta aniversario, gesto que luego los asistentes calificaron como el “momento emotivo de la tarde”.
A
modo personal, jamás imaginé que un grupo que se reunía una vez al mes para
salir a pasear y comer juntas, se transformaría en ésta gran familia. No sabría explicar bien qué fue lo que
terminó uniéndonos tanto, dejando la envidia de lado, las malas prácticas, la
segregación arbitraria por las apariencias,
entre muchas otras. Lo cierto es que sin saberlo, hemos logrado influir en la
vida de otro, hemos sembrado algo bueno y éste fin de semana pudimos cosechar
esos frutos. Gracias por todo hermosas flores, y gracias por todo aquello que
seguiremos sembrando, hasta llenar de colores la ciudad. Nuestra revolución, después de 10 años, sigue siendo dulce.