La vida es un escenario, y todo lo que se realiza en ella consiste en una serie de actuaciones dramáticas (performances) que son reales mientras son representadas, y así lo entiende el autor Erving Goffman.
El individuo-actuante (performer) representa una actuación a un público que la juzga y la califica como creíble o no; ésta actuación puede llegar a ser representada más de una vez en distintas ocasiones. La actuación que realiza el performer puede no ser única, cada uno de nosotros representa distintos papeles en diferentes contextos: Nuestra vestimenta, nuestra forma de comportarnos y hablar no es la misma cuando estamos en casa, en nuestro lugar de estudios, en nuestro trabajo o cuando vamos a un tea party; de la misma forma que, cuando vestimos lolita, puede que no actuemos igual cuando nos reunimos a tomar el té con amigas cercanas, vamos a un meeting sencillo o asistimos a un gran tea party (y, de seguro, nuestros outfits tampoco serán los mismos). Un actor puede tener diferentes papeles en cada escenario.
El individuo-actuante (performer) representa una actuación a un público que la juzga y la califica como creíble o no; ésta actuación puede llegar a ser representada más de una vez en distintas ocasiones. La actuación que realiza el performer puede no ser única, cada uno de nosotros representa distintos papeles en diferentes contextos: Nuestra vestimenta, nuestra forma de comportarnos y hablar no es la misma cuando estamos en casa, en nuestro lugar de estudios, en nuestro trabajo o cuando vamos a un tea party; de la misma forma que, cuando vestimos lolita, puede que no actuemos igual cuando nos reunimos a tomar el té con amigas cercanas, vamos a un meeting sencillo o asistimos a un gran tea party (y, de seguro, nuestros outfits tampoco serán los mismos). Un actor puede tener diferentes papeles en cada escenario.
"Interpretar distintos papeles" no quiere decir que finjamos nuestra personalidad o manera de ser frente a otros, si no que cada uno de nosotros se acomoda a los distintos escenarios que se presentan: es posible que no nos sentemos de la misma forma o en los mismos sitios vistiendo lolita (ya sea porque no te gusta enseñar los bloomers o porque temes ensuciar el vestido que tanto te costó comprar). Puede que si uno de tus amigos de toda la vida nota este cambio en ti, quien de seguro te vio dar vueltas en el barro sin importar nada, piense que "el lolita te ha hecho cambiar" y se alarme un poco, así como seguramente causarás una gran impresión en tu jefe o jefa si llega a verte de lolita.
En estos escenarios, todos somos actores y público a la vez, juzgamos y somos juzgados activamente. Parece pesarnos más cuando vestimos diferente al resto y todas las miradas se concentran en nosotros.
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¿Te has sentido juzgada o juzgado cuando vistes lolita o boystyle? ¿Actúas distinto cuando vistes lolita que cuando te enfrentas a otras situaciones?