“El Lolita es mi forma de decirle a una sociedad que me cosifica que se vaya al diablo. Que si voy a ser un objeto, seré el que yo quiera ser. Y quiero ser una muñeca.”
“La primera vez que usé Lolita me miré en el espejo y me enamoré al verme tan hermosa, como una muñeca.”
“No soy una muñeca delicada, tengo actitud y personalidad, no tengo que actuar como una damita perfecta para usar Lolita.”
La relación entre muñecas y Lolita es difícil de negar. Los tutoriales de maquillaje ofrecen consejos para parecer muñeca, con ojos grandes, labios sonrosados y piel perfecta. Las pelucas con rizos perfectamente enrollados hacen pensar en muñecas francesas clásicas. Muchas Lolitas coleccionan y hacen twins con Blythes, Pullips y BJDs. “Muñeca” de Novala Takemoto nos recuerda el concepto de la muñeca hermosa y tan pura que casi es ajena a las emociones.
La pregunta es si todas las Lolitas se sienten identificadas con la estética y el imaginario de las muñecas. Hay quienes lo encuentran romántico y hay quienes piensan que es tonto y deshumanizante, tal vez porque ven en las muñecas un injusto modelo de perfección imposible de alcanzar. La serie “My Strange Addiction” presentó en un polémico episodio a una Lolita que afirmaba que su ideal era verse como una muñeca porque no le gustaba su aspecto. El “documental” daba a entender que la moda solo era una forma de ocultarse y disfrazar la falta de autoestima. No usaban la palabra Lolita sino el término “living doll”, que identifica a personas se arreglan inspirándose en muñecas. Estas personas tienen muchos fans, pero el estereotipo que pesa sobre ellas es que son dependientes, despilfarradoras, enfermizas e inmaduras. Es comprensible que la comunidad se espantara al ver un término con tan mala reputación asociado con la estética Lolita. Y es posible que por eso a algunas les parezca perjudicial asociar el Lolita y las muñecas ante los ojos del público inexperto.
Otras pueden ver empoderamiento en la estética de las muñecas. Convertirse en una muñeca sería despojarse de la fuerte carga sexual que se les impone a las mujeres, ignorar los mensajes que nos dicen que tenemos que vernos sensuales y seguir por nuestro propio gusto una estética pensada para ser admirada, no por hombres, sino por otras mujeres. Convertirse en una muñeca sería demostrar que lo que nos hace bonitas no es nuestro cuerpo sino nuestra creatividad y nuestro empeño. Que podemos hacernos adultas sin perder la magia, la diversión y la capacidad de asombro.
Y hay quienes lo ven como otra inspiración del Lolita, que no debe tomarse como un ideal ni de belleza ni de vida sino como una temática más. Es que si las muñecas son juguetes y el Lolita de verdad está inspirado en ellas, eso solo debería significar que el Lolita es para jugar. Sí, para divertirnos como niñas sin dejar de ser quienes somos.
“Aunque como Lolita me vea como una muñeca, soy una persona con sentimientos e imperfecciones. Soy mejor que una muñeca. Soy mejor que perfecta. Yo soy yo.”